8 jul 2008

el proceso. fin

"entonces volvieron a repetir las mismas horribles cortesías de antes. uno de ellos alargó el brazo por encima de K., ofreciendo el cuchillo al otro, que se lo devolvió con el mismo ritual. K. pensó que debía haber aprovechado la ocasión para apoderarse del cuchillo y hundírselo en el cuerpo, pero no lo hizo. y por el contrario ofreció el cuello, todavía libre y miró a su alrededor. no podía evitarles todo el trabajo a las autoridades. la responsabilidad de ésta falta final debía achacarla al que le había quitado las últimas fuerzas que hubiera necesitado para ello. sus miradas se centraron en el último piso de la casa que lindaba con la cantera. como si repentinamente surgiese una luz, se abrieron completamente los batientes de una ventana, y un hombre muy delgado e insignificante, a esa distancia y altura, se asomó totalmente hacia afuera, con los brazos estirados hacia adelante. ¿quién podría ser? ¿un amigo? ¿un alma caritativa? ¿alguien que comprendía su desdicha? ¿intentaba ayudarle? ¿se trataba de una sola persona o eran varias? ¿todavía quedaba algo por hacer? ¿quedaban aún objeciones que no se habían presentado? seguramente existían. parece que la lógica es irrefutable; sin embargo, no es más fuerte que la ansia de vivir. ¿dónde estaba el Juez Supremo que nunca había podido ver? ¿dónde la Alta Corte a la que nunca había llegado? elevó las manos y abrió desmesuradamente los dedos. uno de los señores cogió por la garganta a K. y el otro hundió el cuchillo en el corazón, clavándoselo dos veces más. con los ojos ya velados pudo ver todavía a los dos señores que se inclinaban sobre él, con las caras muy juntas observando el fin. -¡como un perro!- se dijo, cual si la vergüenza debiera sobrevivirle."

12 may 2008

concepto de magia blanca

Érase una vez, una princesita de belleza rara y poco apreciada, la mediana entre tres hermanas y la consentida de su padre, el Rey, ilustre caballero y uno de los más diestros con la espada. Su madre, la dama más sensata del reino, había criado a sus hijas con excelente pureza y a la vez inteligencia.

Nuestra princesita, era más bien callada y con solo doce añitos, pasaba sus tardes leyendo y conversando con su criada favorita, una señora ya de edad avanzada que le enseñaba tradiciones y modales. En una ocasión, la princesita encontró un antiguo libro en la torre más alta del palacio; el libro contenía una serie de hechizos de amor, de los que se realizan con magia blanca, la criada la aconsejó bien y la obligó a entregarle el libro por un tiempo, hasta que estuviera bien madura.

Pasaron cuatro cortos años y la princesita creció bien y hermosa, sus padres pensaban ya en casarla, pero ella se escapaba con excusa de estar esperando al príncipe ideal; el que ella ya tenía en mente. Era el caballero más destacado de su edad, bello y adorado por todos y todas, tenía ascendencia principesca y su amabilidad y gallardía no eran menos hermosas que su resplandeciente rostro. La princesita lo pretendía en secreto hace años, pero era muy tímida y su caballero era ajeno al amor. ¡Nuestra princesita sólo se sentía sola!

Paseando por el pueblo un día observó como un varón paseaba del brazo con una dama de alto linaje ¡Qué celosa se sintió!. Quería tener un brazo fuerte del que caminar abrazada; quería un príncipe al que aferrarse cuando los tiempos se pusieran fríos.

Quería sólo tener una compañía; quería sólo sentirse amada incondicionalmente.

La princesita se dirigía a la panadería más fina del reino, a la que su padre donaba siempre grades cantidades de harina y granos.

Una multitud se encontraba fuera de la panadería. La princesita era alta y miró por sobre los hombros de las personas; el panadero echaba de su panadería a un joven que ella conocía, era un amigo, así que fue en su ayuda.

- ¿Qué pasa, señor panadero? ¿Con qué razones trata de ésta forma al joven Gastón, amigo fiel del rey y de sus hijas y futuro varón del reino?

- Princesita, princesita, debe usted saber que éste joven irrespetuoso ha tratado de robarme el panpepati que esta mañana he hecho con tanto esfuerzo. Si está interesada en éste joven, lléveselo de aquí, porque me ha ofendido.

La princesita se llevó a Gastón y caminando hacia el palacio el joven le habló de sus razones:

- La reina, su madre, me ha reprendido seriamente por dejar a los caballos reales fuera de su corral ésta tarde y para reivindicarme me ha ordenado traer de la panadería el dulce más exquisito que pudiera encontrar para la cena de hoy. Sepa usted que mi padre ha fallecido y sin mi madre desde mi nacimiento, no tengo dinero, teniendo que vivir yo de la amabilidad de la mayoría de los nobles. Al verme desesperado por cumplir el mandato de la reina, traté de robar el dulce y fresco panpepati que el panadero había recién preparado, pero fui visto por él y enseguida me golpeó duramente sacándome a la calle y humillándome públicamente. A fuerza de esto me iré hoy del reino, princesita, a un reino en que la gente no me vea como a un ladrón y un sinvergüenza.

La princesita lo vio hablando con tanta sinceridad que se enamoró de él y lo obligó a quedarse alojado en una humilde casa abandonada cerca del palacio.

Alto y delgado, bello y moreno era don Gastón. En verdad similar a aquél caballero lejano que encantaba a nuestra princesita. La princesita tenía miedo de que su nuevo amor no gustara de ella así que pidió aquel viejo libro a su criada. Revisó los encantamientos que escritos estaban y enamorada, realizó el primero de la lista, para que don Gastón, huérfano y solo, se enamorara perdidamente de ella.

Don Gastón, con sólo quince años, se despertó de un sueño profundo y placentero; se había enamorado de la princesita de rara belleza que cada día le llevaba de comer a su solitario lecho. Al verla en la tarde, el tierno joven le habló de su amor.

- Princesita, princesita de mis sueños. Al despertar ésta mañana y recordar su rostro, he caído en una eterna alegría y en un sueño de amor. Sé que en mí no hay un buen partido, aunque de la nobleza yo provenga. Sé que un año menor que usted soy y sé que nunca me miró a mi cuando hablaba con sus hermanas de amor, pero también sé que si usted me amara, el Sol saldría de noche, solo para vernos enamorados e iluminar cada beso que puedan nuestros labios compartir. Eternamente mi alma usted tendría, pues hasta el día en que muera yo la amaría.

La princesita embelesada, pues nunca había escuchado palabras de amor, prometió amarlo, sin pensar en consecuencias; sin pensar que fue todo obra de la hechicería. Sus labios se unieron en un beso que pareció durar un segundo, aunque según las hadas fue eterno. Por primera vez la princesita sintió lo que es ser estrechada en un abrazo tierno y apasionado y sin siquiera darse cuenta del tiempo, se entregaron el uno a el otro.

Semanas alegres pasaron y vivieron los amantes. Los reyes no conocían ésta relación, sino que creían que su hija había encontrado, por fin, un amigo.

Un año pasó y los reyes consintieron que era hora de casar a su segunda hija. Ante la negación de la princesita, los reyes recurrieron a las hermanas para conocer sobre sus gustos.

El primer lunes del verano, se celebró un banquete con motivo del compromiso de la segunda hija del Rey.

Bien preparados sus padres presentaron novio a su hija; nada mas ni nada menos, que el ajeno caballero, ganador de tantas batallas y el mejor jinete del reino.

La princesita vivía un sueño agridulce: su amor eterno ¡Por fin! Su hermoso caballero, alto y gallardo, era suyo. Don Gastón, su amante, sentado a la izquierda de su hermana pequeña, lloraba para sus adentros; nada podía hacer contra la situación. Luego de felicitar a los novios, partió a su escondite, donde se lamentó.

- Hermosa princesa, tortuosa vida ¿Qué crimen cometí para merecer tu rencor? ¿Qué puedo imaginar peor que ver a mi amada, a mi dulce princesa, partir lejos de mis brazos? ¿Cómo podría yo olvidar a la que juré amar hasta la muerte, hasta más allá de las estrellas?. Yo, que la conozco y amo mejor que nadie; que conozco su cuerpo y su alma mejor que nadie; yo, el que moriría por ella una y mil veces. El que morirá por ella hoy, ésta noche, o cuando el tiempo lo permita...

La princesita, como paralizada, solo acataba. Tendría una vida feliz.

Esa noche, la Luna empujó al Sol a salir en su horario para consolar a su favorito, al romántico don Gastón.

7 abr 2008

i can't do anything except be in love with you.

I said: "I love you like the stars above,
I love you 'till I die."

and there's a place for us.
you know the movie song.

when you gonna realize ?
- it was just that the time was wrong.

20 mar 2008

nine in the afternoon

back to the streets where we began feeling as good as Lovers Can .. you know well, now we’re feeling so good

picking up things we shouldn’t read tt looks like the end of history as we know tt’s just the END of the WORLD!

back to the street where we began feeling as good as love .. you could .. you can

into a place, where thoughts can bloom into a room where it’s nine in the afternoon and we know that it could be.. and we know that it SHOULD. and you know that you feel it too ‘cause it’s nine in the afternoon

your eyes are the size of the moon you could ’cause you can so you do we’re feeling so good just the way that we do when it’s nine in the afternoon

your eyes are the size of the moon you could ’cause you can so you do we’re feeling so good

back to the street down to our feet losing the feeling of feeling unique do you know what I mean?

back to the place, hey where we used to say man it feels good to feel this way now I know what I mean!

back to the street, back to the place, back to the room where it all began back to the street, back to the place, back to the room where it all began ‘cause it’s nine in the afternoon

your eyes are the size of the moon you could ’cause you can so you do we’re feeling so good just the way that we do when it’s nine in the afternoon..