26 may 2011

35: salud, CARTA AL PADRE

"sólo me preocupaba el cuidado de mí mismo, pero en las formas
más diversas. por ejemplo, en forma de preocupación por mi salud;
comenzó despacio, de vez en cuando surgía un leve temor por la digestión,
por la pérdida de cabello, por una desviación en la columna
vertebral, etc., pero fue creciendo con innumerables gradaciones hasta
concluir por último en una enfermedad verdadera. como no estaba
seguro de nada, necesitaba a cada momento una nueva confirmación de
mi existencia; o no poseía nada que fuese de mi verdadera, indudable,
única y exclusiva propiedad, como era, por cierto, un hijo desheredado,
también lo más cercano, mi propio cuerpo, se me volvió inseguro; crecí
estirándome hacia lo alto, pero no sabía qué hacer con ello, la carga era
muy pesada, la espalda se me encorvó; apenas me atrevía a moverme o
a realizar ejercicios físicos; quedé débil, asombrado ante aquello que
aún poseía, como si fuesen milagros, así por ejemplo, mi buena digestión:
eso bastó para que la perdiera y así quedó libre el camino hacia la
hipocondría hasta que, como consecuencia del esfuerzo sobrehumano
de mi deseo de casarme (del que hablaré luego), la sangre brotó de mis
pulmones, hecho en el cual puede haber tenido sobrada participación el
cuarto en el Palacio Schönborn (que sólo conservaba porque creía
necesitarlo para escribir, de manera que también esto pertenece al
asunto)."
Franz Kafka. carta al padre

4 may 2011

urgencia


¿en favor de qué se mueve el hombre?
se siente como si ya hubiesen pasado todos los puntos de movimiento.
cuando ya existe una esposa, alguien a quien aferrarse,
cuando ya existen hijos, una inseguridad necesaria,
un trabajo, para hacerlos a todos felices.
¿qué es lo que queda? ¿qué es lo que lo mueve?
cuando ya nada más existe, lo mueve el instinto.
lo mueve el instinto, su reminiscencia animal,
lo que lo movía cuando era un niño, en esos días que no recuerda ya.
en esos días en que sus ojos aun brillaban,
en que el futuro no era siquiera un simple sueño.
deseaba conocerlo, deseaba estar en su mente.
un gesto, dos, caí como cualquiera y no hay arrepentimientos.
no hay nada más que pudiera hacer y ahora solo queda la urgencia.
me urge que el hombre recuerde su urgencia.
me urge que las mías no serán oídas.
siento la urgencia, lo veía frente a mí. en mí.
siento la urgencia, hablé, me escuchó.
siento la urgencia, su mano me acaricia.
siento la urgencia, ojalá la sintieras también.
siento la urgencia, como un viento frío, como sus dedos en mí.